Inmersos en un modelo de vida enfermante, lo normal se aleja de lo saludable, por lo que la preocupación por nuestra salud mental no debe conducirnos hacia la normalización de lo que aqueja. Por esto, antes que adaptarnos, proponemos enterarnos respecto del modo en que el malestar personal da cuenta de una manera de relacionarnos con las exigencias que la vida impone.​

 

En este contexto, entendemos que participar de un proceso de psicoterapia significa abrirnos a la posibilidad de redescubrir aspectos de nosotros mismos, de cómo nos afectamos a partir de la relación con nuestro entorno, con nuestras creencias, aprendizajes, y la manera en que nos vinculamos con nuestra propia historia, nuestros valores y compromisos. En este sentido, la consulta psicológica se presenta como un espacio de encuentro ético-político, basado en la responsabilidad por la diferencia y el disenso creador, y en el que la revisión crítica busca valorar nuestra propia experiencia para en ella encontrar modos de hacer frente a aquello que no comprendemos, y de oponerse a la impotencia y la frustración ante lo que excede nuestro control.

 

Esperamos que nuestra propuesta como grupo clínico esté a la altura de nuestros postulados. Para ello, comprendemos que la práctica clínica debe aprender a abrirse a lo inédito de cada encuentro terapéutico. La invitación es, entonces, a participar del espacio de forma crítica y activa, para encontrar los signos que en nuestro malestar nos enseñen cómo crear nuevas prácticas vitales, nuevos afectos y formas de relacionarnos.